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¨ Article publicat en el setmanari ‘Gente de la Safor’, el dilluns 22 de juny de 2020.

Escribimos el relato del cambio de legislatura con la palabra oportunidad: acababa la legislatura de las emergencias y las urgencias, el Ayuntamiento de Gandia ya no era el principal problema económico de la ciudad y habíamos encarrilado un proyecto que combinaba las inversiones con los derechos, las oportunidades con el rigor. Lo habíamos hecho cuando casi nadie daba un duro por nosotros; y así, un gobierno que se presumía efímero solucionaba la herencia del Ayuntamiento y preparaba la ciudad para su mejor etapa. En esas nos ha sorprendido la crisis del coronavirus: la paralización de la vida, el latido y la economía de la ciudad para contener una emergencia sanitaria que en Gandia deja unas cifras que combinan la destreza del departamento de Salud y de sus sanitarios, con la responsabilidad cívica y la retracción social en cotas de respeto y ejecutadas irreprochablemente. Sus consecuencias determinan otro rumbo, cambian el orden de prioridades, añaden la emergencia de las familias y las empresas que peor lo están pasando, pero nos requieren, desde el mismo servicio público con que pusimos en pie un Ayuntamiento, poniendo en pie ahora a una ciudad ante su reto cívico y colectivo más importante de la democracia.

El relato puede escribirse, otra vez, desde la palabra oportunidades. En un plural inclusivo, determinante, generoso, integrador, ambicioso incluso. Toda la dedicación que ordenó el camino de la legislatura pasada, que encarriló el rumbo de la administración –espejo de valores y faro del resto de políticas de impulso de la ciudad–, ha servido para que el remanente de tesorería agrupe las preocupaciones y las urgencias de quienes peor lo pasan, y sirva de parachoques y estímulo a los sectores productivos y a las familias, quienes sostienen con más urgencia las necesidades de un tiempo incierto. Y frente a la incertidumbre, y con el camino trazado, certezas también: las de, reordenando y agrupando las prioridades que los destrozos de la crisis sanitaria dejan, y que abarcarán a la dimensión social y económica de Gandia, impulsar con más determinación las prioridades de la nueva etapa, anticipándonos a los retos que, en una ciudad de tamaño mediano, tiene la incierta tormenta que dejan los meses de parálisis y reclusión, miedo y silencio.

  • Es momento de que la salud y sus políticas saludables constituyan, ahora más que nunca, las políticas transversales con que escribimos la ciudad del futuro al tiempo que la preparamos para el presente: la movilidad, el urbanismo e incluso los espacios deben adaptarse, harmoniosamente más que forzosamente, a los cambios de paradigma y de rutinas que todo temblor de estas dimensiones supone. Construir el Espacio Sanitario en Rois de Corella es trazar la primera línea, y el trazo grueso más importante, de esta estrategia compartida. Una ciudad a la que se llega, desde cualquier parte, en pocos minutos: una optimización eficiente y saludable.
  • Espacios para las ideas y para las oportunidades. Es hora de que combinemos la definición de nuevos espacios, sobre todo los que aquí seguían bloqueados o por terminar, con el impulso de ponerlos a disposición de quienes quieren invertir o prefieren quedarse en Gandia.
  • Los derechos como el mejor activo para la búsqueda de una oportunidad futura. Vamos a amortiguar, al tiempo que preparamos a las familias para los retos del futuro, los destrozos sociales de la crisis sanitaria en tantas casas. Todas las políticas públicas deben pensar en las oportunidades personales.
  • La obsesión por la innovación como polo de atracción de empleo, inversiones, captación de talento o políticas públicas eficientes en su coste y en su retorno directo a cada ciudadano, que las sostiene. Una administración digital, rápida, como espejo de la nueva realidad del fair play de las ciudades del tamaño de la nuestra.

El rumbo de las prioridades no ha variado demasiado. Si acaso intensifica los valores que nos llevaron a revalidar la legislatura sobre un proyecto compartido con la mayoría de nuestros ciudadanos. Pero ahora, menos que nunca, admite balances o un solo segundo de complacencia. Nos jugamos, con toda nuestra capacidad, nuestra concertación y con cuantas alianzas seamos capaces de tejer, el presente de una ciudad a la que hemos dejado preparada para la intendencia de lo incierto. Sortearlo juntos, con la determinación del acierto compartido y de las voluntades de todos, será el triunfo colectivo que nos permita, esta vez sí, ejercer desde la capitalidad el liderazgo de una ciudad incansable que quiere seguir emprendiendo sin dejar a nadie varado. El reto sigue, y nos quiere despiertos y remando. Por nuestra parte, y si puede ser, juntos.

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